Idas y venidas de un viaje a Barcelona: Reflexiones de la Vuelta (I)

Bueno, ya conoce todo el mundo mi lado emo (oscuro y frustrado como él sólo); pero claro, normalmente, al menos eso dicen, luz y oscuridad se complementan como contraposición de una misma moneda (y por eso les he puesto el vídeo de LOVG); así que espero que el que mi lado negativo sea tan negativo tenga buenas repercusiones en mi lado positivo.

Pero, realmente el viaje no fue tan catastrófico como me pareció en un principio... ¡¡Ni hablar!! Para nada, de hecho, me encantó ver amanecer la Comunidad Valenciana, más concretamente la provincia de Alicante... La claridad empezó a aparecer entre Orihuela y elche, y para cuando llegamos a Alicante el sol ya podía verse sobre su homólogo en el mar, dos hermosas esferas de un tono rojo anaranjado incandescente flanqueadas por densos nubarrones grises. También resultaba cómodo y casi maternal el traqueteo del tren, tengo algunos amigos que aborrecen el tren por motivos fundamentados, pero, a mí (que ya iba preparada para lo peor) me ha encantado. Luego, tengo que agradecerle a Renfe la gran cantidad de auriculares que te dan durante el viaje, porque yo soy de las que rompen cuatro cinco pares al año (es algo inevitable, un fenómeno del tipo las leyes de Murphy, inexplicable, pero ocurre) y me ha permitido de apropiarme de seis pares nuevecitos a estrenar. ¡¡GRACIAS RENFE!!

Después, llegué a Barcelona, y me quedé con la boca abierta (todavía me quedo con la boca abierta cada vez que me acuerdo). Lo confieso, me quedé... prendada, pillada, anonadada, maravillada, enamorada de Barcelona; es una ciudad en la que vale la pena tirar el mapa a la primera papelera que veas, calzarte unos buenos bambos y recorrerla de cabo a rabo callejeándola. Ninguna calle es igual que la anterior, todas tienen algo mágico y encantador que vale la pena encontrar. Ya pueden ser las peculiares gárgolas que soportan la carga de un balcón, el descansillo de un edificio o las luces de Navidad colgadas los primeros días de Noviembre, tiene algo distinto. Eso sí, el metro es de excepción; mil veces mejor que el tranvía que tenemos en Murcia (que allí también tienen, pero no me dio tiempo a probarlo) y pasa cada menos tiempo también; pero van bastante (demasiado para mi gusto) llenos.

El Salón fue genial, aunque me quedé con ganas de comprarme más cosas; pero, ya lo solucionaremos en Mayo (¿y por qué en Mayo? Porque en Mayo es el Expomanga de Madrid) intentaré ahorrar como una posesa (porque también me tengo que comprar un portátil) para entonces, que tengo ganas de comprarme unos cuántos mangas y un par de pósters para mi habitación. bueno, el Salón era... ¿cómo podría explicarlo? Todo lo que esperaba y más, hubiese sido genial de haber estado algo menos masificado (se nota que no me gustan las grandes aglomeraciones de gente ¿eh?), pero se sabía que iba a estar a´si, de modo que no me resultó demasiado agobiante. Lo que sí (aunque más que extraño, frustrante) fue que vi varios Sasukes, Sakuras, incluso un par de Jiraiyas y unos pocos Caballeros del Zodiaco, pero un sólo Kankurou (mi personaje favorito) que encima estaba fofo... ¡Qué pena!

Lo mejor fue el segundo día (tercero de Salón): desayunamos ramen, y estuvimos media mañana dando vueltas y haciendo tiempo mientras esperábamos a que se hiciera la hora a la que habíamos quedado con: Joputo's staff (oh, sí; quedamos con ellos, aunque no haya fotos que constaten de mi presencia allí, puedo jurar, y juro, que estuve allí). El caso es que fue irnos al supermercado a por algo de beber y después de hacer una pequeña muestra/intercambio de bailes regionales cántabros y murcianos (sí, nos pusimos a bailar en mitad de la calle... Hay un vídeo por ahí), nos llamaron a decirnos (la peña del staff) que ya habían llegado... Ejem... Pasamos por delante sin saber que eran ellos y nos detuvimos en la columna para volverles a llamar por teléfono...


CONTINUARÁ...